"Vivir en el mundo sin conocer las leyes de la naturaleza es como ignorar la lengua
del país en el que uno ha nacido"


Hazrat Inayat Khan (místico musulmán sufí)
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¿Qué es la Vida? 1


La pregunta más difícil que se le puede hacer a un estudiante de Biología es: ¿Qué es la Vida? Una vez la hice a un grupo de profesores de la Licenciatura en Biología; después de horas discutiendo no llegamos a ningún acuerdo. No salgan corriendo, no les voy a aburrir con definiciones, en su lugar les propongo un juego desarrollado en tres capítulos que pueden desarrollar en algunas de sus fiestas. ¿Me siguen?


Entra en una fiesta a la que ha sido invitado. La música es suave, un poco monótona. El número de invitados parece  bastante elevado. Barra libre. El lugar está escuetamente adornado y discretamente iluminado. Por todo el perímetro del salón se ven muchas cajas conteniendo papel continuo típico de impresoras automáticas.
Por encima de la música oye una campanilla. Seguidamente alguien le pasa una hoja de papel. En él lee:

10. Sigue estas instrucciones
20. Consigue una hoja nueva
30. Copia este texto en la nueva hoja
40. Al oír la campanilla reparte los papeles que tengas

Sigue las instrucciones cogiendo un papel de una caja y escribiendo en él lo mismo que leyó. Toma un sorbo del cóctel que ha pedido y espera intrigado al sonido de la campanilla.
Cuando finalmente suena ésta, se acerca a dos invitados para darle a cada uno una de las hojas.
Liberada una de las manos se acerca a la mesa de los canapés. Parecían apetitosos. Poco después comprende la exactitud de su pensamiento: “parecían” apetitosos.
La intriga inicial parece decaer cuando de nuevo oye el tañido de la campanilla y se le acercan dos personas para darle sendas hojas escritas.
Lee. Son iguales a la primera pero hay que seguir las instrucciones de cada una. Coge dos hojas de una de las cajas y copia el mismo texto en cada una. Al rato oye de nuevo la campanilla. Reparte una tras otra las cuatro hojas entre otros tantos invitados al mismo tiempo que dos de ellos le pasan una hoja también.
Repite la recogida de dos nuevas hojas que rellena. La campanilla siguiente le dice que es tiempo de repartir sus cuatro hojas lo que hace junto con la recogida de otra hoja de cada uno de ellos más una quinta que le pasa alguien que se le acerca por detrás.
Hay que moverse, son cinco las hojas que hay que coger y rellenar.
El siguiente canto campanil le sorprende con una copiosa donación de hojas mientras reparte sus diez hojas. Las hojea rápidamente para ver que son todas iguales y que suman 16.
Dándose prisa recoge 16 hojas nuevas que rellena con las cuatro instrucciones.
Toque de campanilla. Reparte 32 hojas a toda prisa mientras que con la misma prisa otros invitados le pasan una hoja cada uno. Esta vez se reúne con 29 hojas.
El tiempo le viene un poco justo para obtener 29 hojas nuevas y rellenarlas.
La música ha subido de volumen y de ritmo. Los invitados parecen nerviosos enfrascados en el trabajo de escribir cada página. El sonido de la campanilla le coge por sorpresa, casi le faltaba por terminar de escribir la última.
Dándose prisa, termina su escritura y mientras reparte sus 58 hojas le pasan casi a empujones 82 hojas escritas.
Esta vez las hojea muy por encima para percatarse de su igualdad. Abrumado, tira al aire las hojas y, pisando algunos montones de hojas que empiezan a acumularse en el suelo, se dirige hacia una de las salidas del salón. Mientras algunas de las cajas de papel han quedado casi vacías, la barra ha sido muy poco frecuentada. ¡Natural!, piensa, nunca había estado en una fiesta tan tonta y aburrida y que, además, se trabajase tanto.
Al salir deja atrás una estancia que poco a poco se va pareciendo a una antigua oficina catastral llena de montañas de papeles.

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