Detrás de toda gran revolución tecnológica siempre hay un desconocido
científico que dedicó buena parte de su vida a una investigación básica –única
y verdadera investigación– con la que creó los conocimientos imprescindibles y
las bases necesarias para el desarrollo tecnológico posterior. Los trabajos
publicados por George Boole en el año 1854 y siguientes sobre las matemáticas
de la lógica le permitieron desarrollar un sistema de reglas para expresar
problemas lógicos y filosóficos cuyos argumentos admitan dos estados (verdadero
o falso) por procedimientos matemáticos. Hoy se le considera el padre de las
operaciones lógicas que se aplican en los circuitos integrados de los
ordenadores digitales actuales y en las futuras computación cuántica y
biocomputación.
El álgebra booleana es un sistema matemático lógico basado en los
valores cero y uno (falso y verdadero). El paso de esta idea básica a la electrónica
digital se realiza a través de una puerta lógica que es un dispositivo electrónico
que en la lógica de la conmutación es la expresión física de un operador
booleano. Una puerta lógica consiste, por tanto, en una red de circuitos de
conmutación integrados en un chip que cumple alguna de las condiciones
booleanas. Estas puertas son esencialmente: AND, NOT, OR, NAND y NOR.
Una predicción formulada por Gordon Moore en 1965, conocida como la ley
de Moore, dice que la potencia de los ordenadores, su capacidad de memoria y el
número de chips se duplica cada 18 meses mientras que su tamaño se hace la
mitad. Sin embargo, los chips no se pueden hacer infinitamente pequeños, hay un
límite en el cual dejan de funcionar correctamente. En consecuencia, la
computación digital tradicional no tardará en llegar a su límite. Surge
entonces la necesidad de descubrir nuevas tecnologías y ahí entran en escena la
computación cuántica y la biocomputación.
En una entrada anterior de este blog (Escribir con ADN, en enero-2011) ya he mencionado la posibilidad del uso del ADN
como portador de información. El ADN contiene información en el orden o
secuencia de sus cuatro letras. Ahí está toda la información necesaria para
determinar y dirigir el desarrollo de todos los seres vivos. Pero esa información
también la podremos utilizar como sistema de almacenamiento o memoria de las
posibles biocomputadoras.
Para poder hablar de biocomputadoras deberíamos, además, disponer de
circuitos basados en sistemas biológicos que llevasen a cabo las funciones
booleanas. Es decir, deberemos crear puertas lógicas biológicas. En esta
dirección se han hecho algunos recientes avances entre los que destaco un
interesante artículo publicado por un grupo londinense en la revista Nature
Communications.
Como se indica en la mencionada publicación, se pueden crear puertas lógicas
AND, NOT y NAND mediante la construcción de genes regulados de forma
encadenada.
Supongamos un gen bacteriano cuya actividad podamos inducir mediante
la adición al medio donde crece la bacteria de una sustancia activadora, este
es el caso del operón lac. Un gen
regulador, lacI, codifica una proteína
represora que impide, de forma habitual, la expresión de un segundo gen, lacZ. Este represor puede ser inactivado
por un producto externo que añadamos al medio de cultivo, por ejemplo IPTG, que
determinará la actividad del segundo gen que será la síntesis de una proteína, en
el ejemplo del operón lac será la ß-galactosidasa. En este operón podemos sustituir el
segundo gen por uno que codifique una proteína fácilmente
analizable, por ejemplo la proteína GFP que da una fluorescencia verde fácilmente
visible y cuantificable. A este gen y su producto cuya actividad nos va a
delatar la actividad de los genes implicados, lo denominamos reportero. Tendríamos
así un sistema sencillo de obtención de una respuesta, la fluorescencia, ante
la presencia de un estímulo, IPTG.
Podemos también construir un plásmido con dos operones, 1 y 2. En 1, el
represor R1, inactivable por el inductor externo I1,
reprime la expresión del gen G1 que codifica la síntesis de la proteína
A1. En el operón 2, el represor R2, inactivable por el
inductor I2, reprime la expresión del gen G2 que codifica
la síntesis de la proteína A2. Lo mismo se podría conseguir con uno
o los dos operones inducibles positivos, es decir que la proteína
reguladora necesita ser activada
por una señal externa para ejercer su función. La adición de esta señal activará la expresión de los
genes G1 o G2 para dar la síntesis de A1 o A2.
Si A1 y A2 son dos proteínas que cuando se unen dan lugar
a un activador de la regulación del gen G3 que codifica una proteína
detectable, por ejemplo GFP, habremos construido una puerta lógica genética
del tipo AND.
Tras diversas pruebas, los autores del artículo concluyen que un sistema
excelente se consigue usando la bacteria E.
coli con un plásmido que llevase las siguientes tres construcciones: 1º, el
gen araC regulando la expresión del
gen hrpS por ponerle a éste el
promotor PBAD; 2º, el gen luxR controlando el gen hrpR tras ponerle a éste el promotor Plux; y 3º, el gen gfp controlado por el promotor PhrpL. El producto de araC se activa añadiendo al medio
arabinosa, el producto de luxR se
activa por la adición de AHL, y los productos de hrpS y hrpR son dos
factores de transcripción, obtenidos de la bacteria Pseudomonas syringae, ambos requeridos para la activación del
promotor PhrpL, que regula
al gen reportero gfp. Así la proteína
fluorescente verde GFP se sintetizaría si, y sólo si, añadimos los dos
activadores arabinosa y AHL al medio de cultivo.
De forma similar, se pueden construir puertas lógicas AND que respondan
a más de dos señales.
Una puerta lógica NOT se puede construir con un gen inducible que
codifique el activador de un segundo gen que codifique el represor del gen que
codifica a la proteína reportera. Finalmente, una puerta lógica NAND se
construiría con la misma construcción indicada más arriba para la puerta AND
pero poniendo el promotor PhrpL
como regulador de un gen codificante del represor que reprima la expresión del
gen reportero.
Ya tenemos la teoría. Para la puesta en práctica (siempre me sonará
horrible la palabra "implementación") quedan aún muchos pasos y
escalones. Por ejemplo, conectar bacterias con similares o diferentes puertas lógicas
genéticas, pero, a diferencia de los circuitos electrónicos, los componentes de
un circuito biológico no estarán conectados por cables por lo que el flujo de
la información tiene que depender de interacciones químicas específicas. Habría
que subir otro escalón haciendo que la información obtenida se pueda acumular y
guardar, por ejemplo mediante la conversión de la presencia de una proteína o
la actividad de un gen en una secuencia de ADN. Pienso que muchos problemas que
podemos imaginar o que podrían surgir en el futuro se eliminarían obteniendo
estas construcciones genéticas que funcionasen in vitro. Y todo esto en un medio acuoso o de gelificación suave y
completamente estéril. Mucho trabajo aún si la crisis deja que estas
investigaciones se sigan llevando a cabo.
Tendremos algún día biocomputadoras? No lo sé, pero como ha ocurrido en
muchas ocasiones en la historia de las ciencias, muchas de las grandes
aplicaciones se han encontrado donde no se estaban buscando. Serendipia?,
casualidad? No, tesón, mucho tesón, siempre abierto a lo que pueda surgir en el
camino, al descubrimiento fortuito, sin desdeñar nada y, sobre todo, que la
inspiración te coja trabajando.
[Para ver las entradas sobre este tema en este blog: pincha a la derecha en Archivos: biocomputadora]
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