¿Por qué tenemos que morir? ¿Qué
relación puede haber entre el sexo y la muerte? ¿Los genes nos determinan hasta
en esos momentos? Pues sí, como veremos, el sexo tiene una relación directa con
la muerte de forma que la segunda no existiría de no existir la primera. Más
aún, el propio sexo fue el que dio lugar a que apareciera la muerte.
No se preocupen, este no es un blog con
moralina religiosa encubierta, nada más distante de mis ideas. Se trata sola y
exclusivamente de nuestros genes y de su evolución.
¿Qué es el sexo? Todos saben que, aparte
de una forma de pasárselo muy bien, es nuestro sistema de reproducción y el de
la inmensa mayoría de los seres vivos que habitan el planeta, incluidas las
plantas, algas, hongos y la mayoría de los microorganismos.
Pero no siempre existió el sexo como
mecanismo reproductivo. En los 3.800 millones de años que ha habido vida sobre
la Tierra, durante el 84% de ese tiempo no existió el sexo. Durante esos 3.200
millones de años (Ma) las bacterias fueron prácticamente los únicos moradores
terráqueos. Su reproducción es muy sencilla: desde que nacen crecen en tamaño
hasta alcanzar el doble y en ese momento se parten por la mitad cuidando, eso
siempre, de que su ADN, es decir su herencia, también se duplique para que al
dividirse cada célula recién nacida lleve la copia completa de su genoma.
Como cuando se hacen viejas las
bacterias se parten por la mitad dando dos recién nacidas, nunca muere ninguna
excepto por causas externas a ellas como la contaminación del medio ambiente
(siempre hubo contaminación y siempre se las arreglaron para sacarle beneficio)
o la aparición de otros microorganismos que las eliminaban fabricando productos
antibacterianos (los antibióticos son así de antiguos, nada de invento humano).
Los múltiples mecanismos que actúan
sobre la evolución hicieron que la reproducción sexual apareciera hace unos 600
Ma en algunos de los microorganismos unicelulares de la época. Desde entonces,
el éxito evolutivo de esta forma de reproducción ha sido tan elevado que todos
los seres vivos aparecidos posterior a su invento han tenido y tienen esa forma
de reproducirse.
El éxito fundamental del sexo ha sido la
aparición de una gran variabilidad genética que es la base para la evolución. Con
la aparición de esta forma de reproducción surgió la gran explosión de la
diversidad biológica que dio, en primer lugar, a la aparición de los primeros
organismos pluricelulares y, poco después a lo que se conoce como la explosión
cámbrica, a veces conocido como el Big Bang de la Biología, que se inició hace
unos 540 Ma durante la que aparecieron los primeros representantes de todos los
grupos de animales y plantas.
Pero el principal inconveniente del sexo
que quiero resaltar aquí es el de ser el inventor de la muerte. Como hemos
visto más arriba, los organismos unicelulares no dejan ningún resto al final de
sus vidas, simplemente se dividen y vuelven a nacer de esta manera. Mediante la
reproducción sexual sólo se transfiere a la descendencia una sola célula, un
espermatozoide el macho y un óvulo la hembra. Una vez se han reproducido, los
progenitores siguen viviendo, lo que les permite cuidar de la descendencia y
asegurar su supervivencia. Pero una vida muy prolongada tras el período
reproductivo haría a los progenitores competir con los descendientes por el
espacio y los recursos alimenticios, lo que iría en detrimento de las
siguientes generaciones.
En la evolución sólo importa la creación
de variabilidad y la transmisión de ésta a las siguientes generaciones, momento
en el que actuará la selección natural. Ya que una excesiva prolongación de la
vida haría de freno sobre esta rueda en continuo movimiento, la única forma de
quitar el freno es eliminando el lastre, eliminando a los individuos que dejan
de ser fértiles. Es decir programando la muerte tras la etapa de fertilidad.
El mantenimiento de la vida de todos los
seres vivos está basada en la reparación de los daños inducidos por causas
internas o por el ambiente y, fundamentalmente, los causados sobre el ADN.
Todos los seres vivos disponemos de varios sistemas de reparación de nuestro
genoma, pero estos sistemas podrían ser más eficaces (se conocen algunos
mecanismos reparadores que son más eficientes en las bacterias que en el resto
de seres vivos), lo que demuestra que la evolución ha preferido una reparación parcial,
no demasiado buena, lo que causa el envejecimiento y finalmente la muerte de
las células y, en consecuencia y por acumulación, del organismo completo.
Una forma de deterioro constante de
nuestro genoma está causada por la imposibilidad de duplicar los extremos de
los cromosomas antes de la división de las células debido a que todos los
cromosomas de los organismos superiores están formados por una molécula lineal
de ADN. Debido al sistema de duplicación, idéntico en todos los seres vivos, un
pequeño fragmento de cada uno de los extremos de cada molécula deja de
duplicarse y se pierde. Repetida esta pérdida cada vez que la célula se divide
en dos, promueve la pérdida gradual de los dos extremos de cada molécula de
ADN, conocidos como los telómeros. Estos extremos de las moléculas de ADN son,
también, muy sensibles al deterioro causado por algunas enzimas propias. Esta
pérdida de ADN afecta, en primer lugar, a estos telómeros que no llevan ninguna
información útil. Eliminadas estas primeras secuencias pronto empezarán a
perderse otras secuencias que pueden ser esenciales para la vida de la célula y
del organismo completo. Cuanto más se dividan las células y más viejas sean,
más recortados estarán estos extremos y mayor efecto deletéreo tendrán sobre la
vida de ese organismo. La suma de todos estos desperfectos serán, finalmente,
la causa de la muerte.
Las únicas células humanas que pueden
vivir eternamente son las que se convierten en células cancerosas. En la
formación de un cáncer lo primero que aparece es la enzima telomerasa encargada
de rehacer el telómero que se va perdiendo. Esta actividad, sólo presente en
las células sexuales y en las cancerosas, es la que permite la continua
división celular de los cánceres sin problema alguno.
Se piensa que las personas más longevas
son las que han nacido con un telómero más largo en sus cromosomas por lo que
tardarán más tiempo, que las que lo tienen corto, en empezar a perder genes
importantes cercanos a los extremos de los cromosomas. Esto se podría demostrar
experimentalmente midiendo los telómeros de una serie de personas al nacer y al
morir (no por accidente, está claro), pero sería un experimento con varios
problemas serios: tendría pocos datos, dos por persona; dependería de si entre
los muestreados alguno destacase con una larga vida; y, finalmente, el
investigador que tomase las muestras de los recién nacidos nunca podría acabar
el experimento. La pregunta que surge aquí es ¿viviríamos muchos más años si
nuestro gen de la telomerasa estuviera activo siempre? Pienso que si fuese así,
una de dos: o seríamos más longevos o nos aparecerían cánceres por todas
partes. ¿Alguien se ofrece como sujeto del experimento?
En un párrafo anterior decía que esta
causa de muerte celular se da sólo en los organismos superiores (superiores?).
Las bacterias no envejecen nunca y no mueren. Ya hemos visto que tienen algunos
mecanismos de reparación superiores a los del resto de organismos. Además de
esto, las bacterias se defienden de forma fulminante contra la imposibilidad de
duplicar los telómeros y es no teniendo telómeros. Sencillo, eh? ¿Cómo eliminan
los telómeros? teniendo su genoma en una molécula de ADN circular. Un círculo
no tiene ningún extremo. ¿No creen que deberíamos cambiar lo de organismos
inferiores y superiores?
La conclusión de estas ideas es que el
sexo es el medio de crear vida y la causa de la muerte. Nuestros genes nos
programan para nacer y para morir, pero lo que muere es la máquina inservible
una vez concluida su función reproductora.
Si en lugar del sexo nuestra
reproducción fuese al estilo bacteriano, llegados a un cierto tamaño nos
partiríamos por la mitad para dar dos individuos con la mitad de nuestro tamaño
para volverse a dividir al crecer y así sucesivamente. De esta manera, todos
nuestros descendientes llevarían exactamente los mismos genes que nosotros, seríamos
clones. Nunca moriría nadie, no existirían los cementerios, pero a cambio todos
seríamos desesperantemente iguales.
Y ahora yo te pregunto: de poder elegir,
qué preferirías ¿la ausencia del sexo y, por tanto la igualdad monótona de
todos los humanos sin posibilidad alguna de distinción entre dos personas
cualesquiera, sin que nadie destacase sobre los demás, sin conocer a nadie pues
todos seríamos idénticos, pero sin enterrar a nadie, sin la lacra de la muerte?
o ¿la angustia de una muerte segura a cambio de haber tenido una vida
individual, propia, irrepetible, singular, única, llena de errores y de
aciertos, de logros científicos, técnicos o humanísticos, de poder aprender de
los demás y enseñar a los demás, de poder amar y ser amado? Mi contestación la
tengo muy clara, si tuviese que elegir escogería el sexo con todas sus
consecuencias, incluida la muerte.
Sin duda una forma muy peculiar de unir ambos conceptos. Me pregunto, tu idea es que la muerte ha sido la solución escogida ante el aumento de personal generado por reproducción sexual? Mi opinión ante tu interesante reflexión es que, la muerte no es un mecanismo seleccionado por la evolución; pienso que es consecuencia del hecho que el metabolismo celular no puede funcionar hasta el infinito. Situación que se daría si una misma célula se mantuviera sin dividirse indefinidamente.
ResponderEliminarNo, la muerte no está causada por el aumento de individuos sino por el lastre evolutivo que supone la existencia de individuos de una población que ya no son aptos para la reproducción pero compiten con los más jóvenes por los recursos ambientales. La eliminación de este lastre redunda en un beneficio evidente de los jóvenes que serán los que se reproduzcan, por lo que serían beneficiados evolutivamente.
EliminarSencillamente... genial!!
ResponderEliminar¡¡¡ Superior !!!
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