"Vivir en el mundo sin conocer las leyes de la naturaleza es como ignorar la lengua
del país en el que uno ha nacido"


Hazrat Inayat Khan (místico musulmán sufí)
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¿Están nuestras ideas políticas influidas por nuestros genes?

"Después de lo que han hecho ¿cómo hay tanta gente que sigue votando a ese partido?"; "¿Cómo es posible que con unos padres y hermanos de izquierda haya salido este hombre tan de derecha?". Estas, y muchas otras, son preguntas que se hacen muchas personas en relación con las tendencias políticas de los demás. Quienes llegan algo más allá se preguntan "¿Ser de derechas o de izquierdas, conservador o liberal, son ideas creadas por la educación, aprendizaje, comedura de coco, o también nuestros genes nos predisponen a tener unas tendencias u otras?".

No es nada nuevo que, en un mayor o menor grado, las personas difieran en sus opiniones sobre cómo debe funcionar la sociedad. Mientras unos valoran positivamente la diversidad étnica, otros creen que los inmigrantes deben ser repatriados a su tierra de origen. Mientras algunos piensan que la religión no debe jugar ningún papel en el gobierno, otros apoyan que la ley de su dios sea aceptada como ley general. Si bien estas actitudes están claras para todos, las causas de las diferencias entre individuos siguen siendo casi desconocidas, principalmente porque los científicos políticos no toman en serio la posibilidad de que estas causas estén relacionadas con influencias no ambientales. Solamente la sugerencia de que la gente podría nacer con predisposiciones políticas choca a muchos y lo tildan de extravagante e incluso de perverso.

A pesar del interés permanente de este tema, los avances de su conocimiento han sido escasos, casi nunca transmitidos al gran público y, a veces, convertidos en una agria polémica o, incluso, en una lucha lamentable cuando el rasgo en estudio estaba relacionado con el origen biológico o educativo, genético o ambiental, de nacimiento o aprendido, del comportamiento y la conducta humana. Durante mucho tiempo, sociólogos y psicólogos han afirmado que la ideología política es el producto del contexto social de cada individuo. Según estos expertos, "... para entender la ideología política de una persona sólo necesitaríamos examinar su entorno político. Cuando los individuos dicen que son 'liberales' o 'conservadores', se están refiriendo a sus ideas sobre los temas de actualidad que son específicos de cada día y de un lugar y un momento de la historia. Cámbialos a otro contexto distinto y su ideología cambiará" (1).


Esta forma de pensar contrasta con el gran número de publicaciones durante la última década que sugieren que la ideología política no es solamente producto del entorno social o del momento histórico. Cada vez es más evidente que la ideología política está también basada en predisposiciones innatas. Uno de los trabajos, considerado pionero, sobre la idea de que los factores genéticos explican una proporción significativa de la variación en las actitudes sociales se debe a Alford, Funk y Hibbing (1). Este grupo fue el primero en presentar sus resultados en una revista específica de ciencias políticas y en él mostraban que, en una muestra de 12.000 gemelos, la variación genética ayudaba a explicar la dirección (liberal frente a conservadora) y la fuerza de las opiniones ideológicas. En ese artículo mencionan que "siempre ha habido una clara distinción entre una ideología conservadora y otra liberal, entre estar atraído por ideas de la derecha política o de la izquierda, y estas diferencias no pueden ser explicadas de forma convincente por un determinismo ambiental, pero la Genética sí puede hacerlo", y más adelante: "la cuestión no es la naturaleza frente al ambiente, sino la forma en que los genes interaccionan con el ambiente". Junto con una arenga ideológica, intentando convencer a los grupos ambientalistas que han dominado estos estudios durante muchos decenios, este artículo detalla la metodología a seguir en los estudios con gemelos (término general utilizado para los estudios con gemelos y mellizos viviendo juntos o separados). Desde entonces, se ha descubierto que las actitudes políticas relacionadas con la decisión de votar (6), la elección del voto (7, 11), así como la fuerza del apego a un partido político (9) son también transmitidas por los genes.


Los estudios de correlación entre gemelos pueden llevar a determinar en qué proporción un rasgo está influido por los genes, no por genes específicos, o por el ambiente. Para intentar averiguar qué genes pueden estar implicados en contribuir a un rasgo de interés se han puesto muchas esperanzas, quizás demasiadas, en el Estudio de Asociación en el Genoma Completo (GWAS) en el que se busca la asociación entre tener un rasgo y la presencia de variaciones específicas del genoma (ver la entrada de este blog: "Variaciones y alteraciones en nuestro ADN") (13).

Este método se puede utilizar en dos direcciones distintas (10). La primera se da cuando se seleccionan los portadores de un rasgo de interés y se busca en sus genomas si tienen variaciones compartidas entre ellos y no compartidas con los que no tienen el rasgo. Estas variaciones del genoma deben afectar a genes o secuencias del ADN que tienen influencia sobre la expresión del rasgo. De esta manera, se camina desde el rasgo al gen. Este método se conoce como el de "asociación genética".

En la segunda se camina en dirección opuesta ya que se trabaja sobre un gen candidato (nombre por el que se conoce este método) que se sospecha puede influir en un rasgo en estudio. En estos trabajos se analizan todas las variaciones del gen candidato para luego ver si existe una correlación entre algunas de sus variantes y la presencia del rasgo de interés en las personas que llevan esas variaciones.

La primera vez en la que se usó el método GWAS para estudiar la asociación genética de las actitudes liberal frente a conservadora en una muestra de 13.000 individuos, se encontraron cuatro regiones situadas en los cromosomas 2, 4, 6 y 9 que tenían una alta probabilidad de que entre ellos se encontrasen genes que podrían influir en el rasgo (10). La secuencia encontrada en el cromosoma 4 contenía al gen NARD1 implicado en el receptor del glutamato, un neurotransmisor de la excitación del cerebro que influye sobre el condicionamiento del miedo, sobre los movimientos motores y sobre la interacción social incluyendo el comportamiento prosocial, antisocial y la agresividad. En la región encontrada en el cromosoma 9 se localizaban el gen GRIN1 que codifica otro receptor del glutamato y el gen DBH cuyo producto convierte a la dopamina en norepinefrina y está asociado con el síndrome de hiperactividad y déficit de atención. En las regiones donde se encontraban las variantes de los cromosomas 2 y 6 se encontraron 84 y 250 genes respectivamente, lo que carece de interés.

En ese artículo los autores recalcan que "es muy poco probable que haya genes que influyan directamente sobre las preferencias políticas. A pesar de ello los resultados sugieren que una orientación conservadora o liberal no se puede explicar usando exclusivamente el ambiente, se necesita incluir una influencia genética en mayor o menor grado" (10, 11, 14).



En respuesta a las muchas críticas recibidas de los grupos ambientalistas, Hatemi y colaboradores argumentaron que "como Fisher propuso hace mucho tiempo, las influencias genéticas sobre rasgos complejos pueden estar repartidas entre miles de genes con efectos muy pequeños, lo que obligaría a tener que utilizar muestras extremadamente grandes para poder identificar algún polimorfismo específico" (12).

La segunda dirección del método GWAS, que comprende el análisis de un pre-determinado gen candidato, se ha aplicado en personas con actitudes conservadoras unas y liberales otras. En los estudios realizados se usaron como candidatos los genes de los receptores de la dopamina DRD2 (2, 3) y DRD4 (5, 14), y los genes 5-HTT y MAOA que intervienen en la regulación de la serotonina (6).

La dopamina es un neurotransmisor que influye en muchos procesos fisiológicos activando, al menos, a cinco diferentes receptores, D1 a D5. Su actividad se ha visto que es responsable del control de la locomoción, de los movimientos de las extremidades, de las funciones cognitivas, de la emoción, del apetito y de las relaciones humanas. Hay pruebas muy claras de su participación en desórdenes neurológicos, psiquiátricos, en enfermedades mentales y en la drogadicción. En un estudio de las variaciones de la secuencia del gen DRD2, con una muestra de 15.170 personas, se analizó su participación como miembro de un determinado partido político o meramente que votasen a un partido concreto. De sus resultados concluyen que el alelo A2 del receptor D2 está claramente asociado con una actitud partidista (5). Estos resultados no dicen nada sobre con qué partido político se sentirán identificados, ya que los que se identifican con un partido conservador o con uno liberal no tienen diferencias entre los alelos A1 y A2, lo que les lleva a concluir que tienen que buscar otros genes para poder identificar su implicación en la orientación política.

En otro estudio se usó como candidato la variante 7R del receptor de la dopamina DRD4 que está asociado con la búsqueda de la novedad y se sabe que hay una alta correlación entre la tendencia a tener nuevas experiencias y la ideología liberal. El muestreo consistió en parejas de hermanos de una muestra total de 90.114 adolescentes (14). En este trabajo concluyen que entre las personas que llevan el alelo DRD4-7R, un mayor número de amistades que tienen en la adolescencia está asociado significativamente con una ideología política de signo liberal. Sin embargo, estos autores argumentan que esta variante del gen DRD4 no puede, por sí misma, predisponer a alguien hacia una ideología liberal, sino que se requiere que los que la poseen estén expuestos a ciertos ambientes sociales. A las mismas conclusiones llega un grupo de investigadores de la Universidad de Singapur examinando a los poseedores de la variante 4R del gen DRD4 (5).

Al estudiar el efecto del gen 5HTT, relacionado con la actividad de la serotonina, analizaron la presencia de varios alelos del gen 5HTT y su relación con la asistencia a servicios religiosos y el acto de votar (6). Encontraron una alta correlación positiva entre la asistencia frecuente a la iglesia y la participación en las votaciones políticas. Entre sus conclusiones destacan que una persona que vaya frecuentemente a la iglesia y tenga, al menos, una copia del gen 5HTT-largo, tiene una probabilidad 21% mayor de votar que los que tienen las dos copias del gen con el alelo corto.

La sociobiología conductual moderna basada en el uso de nuevos conceptos y de una metodología genética aplicados a los estudios de sobre las tendencias políticas, ha dado lugar a lo que se empieza a llamar la "genopolítica" (7). Los hallazgos de esta nueva rama de la Ciencia revelan que, si bien los genes tienen un efecto sobre la conducta humana, su acción no es directa y, mucho menos, determinante

Para ilustrar esta idea, Alford y colaboradores estudiaron el efecto de variaciones en el gen 5-HTT, implicado en la recaptación de serotonina en las neuronas (1). En ratones este gen tiene un alelo largo y otro corto, y este último alelo ha sido relacionado con un comportamiento apático y depresivo. Se quería conocer si en humanos, que contienen estos mismos alelos corto y largo, la variante corta también estaba relacionada con la depresión.



En un estudio en el que se analizaron los registros de salud de casi todos los neozelandeses cuyos alelos de 5-HTT fueran conocidos, se encontró que los episodios de conducta depresiva no eran más frecuentes entre los poseedores del alelo corto. El trabajo entonces se amplió al estudio de la interacción entre el gen y el ambiente. Concretamente se analizó la interacción entre los alelos del gen 5-HTT con haber sufrido un episodio de una gran tensión, tales como un desastre romántico o una quiebra económica, acaecido en la vida de cada individuo. Se encontró que los que habían pasado por un episodio de gran tensión y poseían la variante corta del gen 5-HTT eran significativamente más proclives a mostrar comportamientos asociados con la depresión en comparación con los que no habían sufrido un alto estrés o con aquellos que habían padecido episodios de tensión alta y llevaban el alelo largo. En este caso particular, tener un alelo u otro no hace a la gente comportarse de cierta manera, más bien influye en la sensibilidad con la que su comportamiento es influido por el ambiente.

Esto indica que los genes no sólo podrían influir en el comportamiento, sino que influyen en la sensibilidad al entorno, ya sea el que pueda generar depresión, cooperación, respuesta al miedo o susceptibilidad a la drogadicción. Esto sugiere que, probablemente, las actitudes políticas de algunas personas sean mucho más dependientes de las circunstancias de su entorno que otras. En otras palabras, la relación entre los genes y las actitudes políticas puede no implicar actitudes específicas sino la sensibilidad con la que esas actitudes se adquieren.

Estos hallazgos sugieren que deberíamos revisar nuestra comprensión del origen de las actitudes políticas e ideológicas. La ideología política tiene sus raíces en las tendencias sociales y psicológicas cambiantes y en componentes heredables duraderos que pueden verse limitados o amplificados por la influencia del contexto social.

Después de varios siglos de convicción, por parte de la psicología, de un origen y causa del comportamiento humano basado, exclusivamente, en una explicación ambientalista, no es extraño que cualquier explicación de un origen biológico haga estallar a algunos en una reacción adversa y hostil.

Se cuenta que cuando los nazis publicaron un libro titulado: "Cien autores en contra de Einstein". Einstein respondió: "¿Por qué cien? Si estuviese errado, con uno sólo sería suficiente". De forma algo parecida ocurre con los críticos a la genopolítica. Desgraciadamente estas críticas son, en muchos casos, un alarde de retórica confusa muy lejos de lo que debe ser la crítica científica.

La pregunta del título la podríamos ampliar a la siguiente: ¿nuestras ideas políticas están influidas por los genes o por el ambiente? La contestación, después de leer los trabajos citados y muchos otros, es que para la génesis de nuestras ideas políticas, así como ocurre con muchas características de nuestro comportamiento y de nuestra forma de pensar, hacen falta los dos interaccionando de forma mutua.
Quiero agradecer a Elena Guzmán Cabañas las correcciones que han permitido aclarar las ideas.


Referencias utilizadas
1. Aldford J.R., Funk C.L., Hibbing J.R. 2005. Are political orientations genetically transmitted? American Political Science Review 99, 153-167.
2. Dawes C.T., Cesarini D., y otros. 2014. The relationship between genes, psychological traits, and political participation    . American J. of Political Science 58, 888-903.
3. Dawes C.T., y Fowler J.H. 2009. Partisanship, voting, and the dopamine D2 receptor gene. J. of Politics 71, 1157-1171. doi:10.1017/S002238160909094X
4. Dulesh S. 2014. Genopolitics and the future of secular humanism. Humanist perpectives 189. doi: 10.1111/ajps.12100
5. Ebstein RP, Monakhov MV, y otros. 2015. Association between the dopamine D4 receptor gene exon III variable number of tandem repeats and political attitudes in female Han Chinese. Proc. R. Soc. B 282: 20151360. (http://dx.doi.org/10.1098/rspb.2015.1360).
6. Fowler J.H. y Dawes C.T. 2008. Two genes predict voter turnout. J. of Politics 70, 579-594.
7. Fowler J.H. y Dawes C.T. 2013. In defense of Genopolitics. American Political Science Review 107, 362-374. doi:10.1017/S0003055413000063
8. Funk C.L. 2013. Genetic and environmental transmission of political orientations. Political Psychology 34, 805-819. doi: 10.1111/j.1467-9221.2012.00915.x
9. Hatemi J.R., Funk C.L., Medland S.E., Maes H.M., Silberg J.L., Martin N.G., y Eaves L.J. 2009. Genetic and environmental transmission of political attitudes over a life time. J. of Politics 71, 1141–1156. doi:10.1017/S0022381609090938
10. Hatemi P.K., Gillespie N.A., y otros. 2011. A Genome-Wide Analysis of liberal and conservative political attitudes. J. of Politics 73, 271-285. doi:10.1017/S0022381610001015 (http://www.jstor.org/stable/10.1017/S0022381610001015)
11. Hatemi J.R. y McDermott R. 2012. The genetics of politics: discovery, challenges, and progress. Trends in Genetics 28, 525-533.
12. Hatemi P.K., Medland S.E., y otros. 2014. Genetic Influences on Political Ideologies: Twin analyses of 19 measures of political ideologies from five democracies and genome-wide findings from three populations. Behavioral Genetics 44, 282-294. doi:10.1007/s10519-014-9648-8
13 Jiménez Sánchez A. Variaciones y alteraciones en nuestro ADN. https://alfoogle.blogspot.com.es/2014/02/variaciones-y-alteraciones-en-nuestro.html
14. Settle J.E., Dawes C.T. y otros. 2010. Friendships moderate an association between a dopamine gene variant and political ideology. J. of Politics 72, 1189-1198. doi:10.1017/S0022381610000617.

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